27.4.10

Feedback educativo: reflexión conjunta al hilo del trabajo con adolescentes en Museos. Proyecto Fantasy Design in Community



Stella Maldonado
Educadora Artística

Colaboradora del Museo Nacional de Artes Decorativas en el Proyecto educativo Fantasy Design in Community, realizado en convenio con la Escuela de Arte 10 y financiado por la Unión Europea, con el respaldo del Ministerio de Cultura y la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid.

Miércoles, 25 de noviembre. Catorce jóvenes con edades comprendidas entre 16 y 23 años participan en una lluvia de ideas acerca de la renovación gráfica de la imagen del Museo Nacional de Artes Decorativas; surgen las siguientes definiciones del concepto “museo”: creación, cotidiano, evolución, juventud, cortar, curioso, moderno, crecer, esfuerzo, desconocido, jueves por la tarde, nacimiento, expansión, personas, objetos, sorpresa, conocer, utilizar, atención, reacción, obsoleto, cultura”… Dejamos al imaginario colectivo buscar las múltiples y significativas interpretaciones aportadas por este colectivo. La tormenta de palabras que define la imagen proyectada por un museo puede ser incesante e infinita; esta lluvia calaba hondo en la renovación conceptual de un museo específico, pero se podría extender a buena parte de las instituciones expositivas que están en activo. Creemos que, si un museo quiere lavar su cara, deberá recurrir en primera instancia al público, tanto potencial como real y preguntarles cosas tan sencillas cómo ¿qué significa para ti un museo? ¿Qué cosas te pueden interesar para podértelas ofertar? ¿Qué inquietudes tienes respecto al arte, la historia, la cultura, en general? De la tormenta de ideas a la tormenta de preguntas.
Las ideas que surgieron de este grupo de jóvenes, en el contexto de un taller creativo han valido para que la labor del educador se reactive y, éste reflexione entorno al trabajo llevado a cabo en el marco de un proyecto que trata de promover experiencias innovadoras entorno al arte, la creatividad y el diseño, fortaleciendo lazos de cooperación y diálogo intercultural entre todos aquellos implicados, ya sean profesionales del arte, la docencia, la investigación o los museos y los principales participantes, el público al cual va dirigido el programa.
En la actualidad, la labor de educar se presenta como un desafío en casi todos los ámbitos de acción y, si se trata de educar en museos, éste se intensifica, ya que se vive en una lucha dual constante: la de valorar la acción como educativa y la de dignificar la profesión de educador de museos, de educador artístico, de mediador entre los discursos establecidos y las múltiples reflexiones del público, de facilitador de experiencias creativas entorno al arte y la cultura.
El museo mediador entre un público y unas piezas se debe mostrar contemporáneo en sus planteamientos, aunque su colección no lo sea, y obviar todo ápice de academicismo que pueda conllevar la práctica de una pedagogía arcaica si quiere abrir sus puertas a públicos cada vez más amplios. En palabras de Olaia Fontal:
“Si concebimos los museos de arte desde la educación, cualquiera que sea el perfil de su colección, suponemos que deberían ser contemporáneos, no sólo en cuanto a su concepción museológica y museográfica, sino también –y especialmente- en lo referido a su orientación didáctica, en la medida en que es ésta la que se ocupa de las conexiones entre el museo y las personas. Ser contemporáneos significa, para los museos, que su pensamiento didáctico debe estar actualizado meta-teórica y teóricamente, pero por eso mismo, sus prácticas también deberían ser actuales, nuevas, experimentales, adecuadas a los cambiantes contextos y, sin duda, mudables” (Fontal, 2009, 63-67).

Los museos e instituciones culturales están inmersos desde hace bastante tiempo en la revalorización de su papel dentro de la educación. La atención al público cada vez es más extensa y variada; pero hay un colectivo que, a día de hoy, sigue suponiendo un escollo a la hora de acceder a programas educativos: el público adolescente o joven. Hay un dicho alemán que afirma “he ido dos veces en mi vida al museo: una, cuando era niño con mi abuelo; otra, de anciano, con mi nieto” (Tejeda, 2009, 39-49). Esta frase pone en evidencia, la falta de interés o motivación de un público de edad media, por introducirse en el mundo de los museos, sean de la disciplina que sean. O vamos a un museo cuando somos niños, con el colegio o con nuestra familia, o bien, vamos cuando somos muy mayores, para recordar, tal vez, la experiencia vivida en la infancia. Pero y ¿cuándo somos jóvenes, adolescentes, no tenemos interés ya por conocer las manifestaciones de nuestra cultura? ¿Qué ocurre con el público adolescente en los museos? ¿No tienen interés en los museos o, es al revés? ¿Por qué no se les atiende? ¿Por qué se tacha de “colectivo complicado o difícil”? ¿Por qué se les sigue ofreciendo actividades o experiencias marcadas por el academicismo? El adolescente es un tipo de público que puede ser visitante asiduo a museos, pero casi siempre de manera individual, y son pocos los centros que proyectan actividades directamente dirigidas a ellos; en muchos casos, se les sigue atendiendo como escolares que deben recibir unos conocimientos cerrados, fomentando una pedagogía bancaria que no está en la línea de sus necesidades. Por otra parte, nos encontramos con las acciones puestas en marcha por espacios como el Centro de Arte 2 de Mayo, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, Patio Herreriano o Guggenheim Bilbao, que marcan una línea de actuación referencial de la pedagogía divergente, mucho más atractiva para este tipo de público.
En esta línea se ha pretendido enmarcar el proyecto europeo Fantasy Design in Community (www.fantasydesign.org) puesto en marcha por el Museo Nacional de Artes Decorativas en el año 2009. En este programa vienen participando distintos centros dedicados a la promoción del arte y el diseño de Europa al que se ha sumado el museo español en convenio con la Escuela de Arte 10 para la realización de unos talleres creativos, impartidos por profesionales de la enseñanza, la producción artística y la difusión del diseño, que sirven para completar la visita entorno a una colección.
El proyecto Fantasy Design pretende promover experiencias educativas en el ámbito del diseño, favoreciendo el aprendizaje conceptual y procedimental en dosis iguales, fomentando las habilidades de cada participante, dando igual importancia al producto como al proceso; además, pretende abrir cauces y vías de diálogo entre los participantes a través de un sitio web creado ex profeso, las redes sociales y las nuevas tecnologías aplicadas a la difusión del arte.
A partir de estas premisas, se inicia el trabajo del educador, que, desde la asunción del proyecto, propone una didáctica innovadora, dinámica que toma el diálogo como primer lazo de unión entre el objeto artístico y los participantes en el programa. El educador se tiene que enfrentar a dos retos: primero, hacer hablar a unas piezas marcadas por tintes historicistas; y, segundo, hacer hablar a un público adolescente, público difícil de atrapar y motivar con actividades educativas que se salgan de lo puramente formal.

¿Cómo hacer interesantes las “artes decorativas”?
Los jóvenes y/o adolescentes se pueden sentir cautivados por unas manifestaciones artísticas propias de su época; por este motivo, será mucho más fácil atraerlos a aquellos museos en los que la colección de referencia esté conformada por obras de arte contemporáneo o actual. Pero, qué ocurre cuando la gran mayoría de las piezas e, incluso, el espacio museal, está marcado por un carácter histórico. Las artes decorativas han sido consideradas una manifestación de arte menor a lo largo de la historia del arte; los objetos considerados como tales son piezas que han acompañado a la vida cotidiana de la sociedad, y que, desprovistas del sentido artístico que se les daba antes, siguen acompañando nuestro devenir, cargadas de matices mucho más funcionales. 

En el recorrido didáctico que se planteó desde un principio, se pretendía dar a conocer los objetos desde sus múltiples formas y facetas y, no quedarnos únicamente en datos  y conceptos que se olvidan con facilidad; reactualizar y reinterpretar las piezas desde la óptica individual y actual; dar a conocer los procesos de formación y de trabajo, buscando la esencia de la creación, para dotarla de un sentido mucho más cercano a nuestra acción diaria como futuros creadores, ya que los participantes del proyecto Fantasy Design son estudiantes de bachillerato artístico y de enseñanzas profesionales de la rama artística, con lo cual se encuentran inmersos en el aprendizaje de los procesos creativos.
Los participantes involucrados en estas experiencias renovadoras han tenido la oportunidad de participar en talleres, en los que, partiendo de motivos decorativos o gráficas antiguas, han ido trabajando, en base a distintos procedimientos (xilografía, serigrafía textil, tipografía, diseño gráfico y virtual, animación, aplicación escultórica con cerámica y objetos de deshecho, etc.) para readaptarlas desde presupuestos modernos, juveniles, actuales, favoreciendo el juego y la interacción con el patrimonio, aportando un matiz mucho más identitario. En este proceso ha sido esencial hacerles partícipes de la renovación del museo y de sus piezas, desde su óptica y su conocimiento, procurando unos aprendizajes significativos, procedimentales y actitudinales, siendo conscientes de que lo importante no es el producto final sino el proceso en el cual se ha participado.
La metodología de la educación artística, de la educación de las artes, a de ser activa, participativa, integradora, y como apunta Francisco Maeso, “debe contemplar ejercicios y actividades relativas a la apreciación, producción, análisis y valoración del Arte y la Cultura Visual, introduciendo procesos como la creación, expresión, participación, reflexión, acción, análisis, estudio, investigación, descubrimiento, juicio crítico, autocrítico y cooperación” (Maeso, 2003, 265). Este método no solo se debe aplicar en el proceso de enseñanza-aprendizaje, sino también a la hora de estructurar el planteamiento a seguir por el educador, al que se debería sumar la evaluación de todo proyecto o programa educativo, para valorar la idoneidad de las acciones y de aquellas personas que los implantan. Y, hablando de evaluación, la de este proyecto, ha sido bastante satisfactoria: ahora toca analizar los datos, asumirlos, valorar lo positivo y trabajar sobre lo negativo para aprender de los errores cometidos y, plantear nuevos mecanismos de acción más óptimos, más aptos. Todo un proceso de feedback educativo.

Señalar, para finalizar, que, bajo nuestra perspectiva, en nuestro trabajo como educadores, deberíamos procurar acciones conscientes e intencionales que promuevan la reflexión y la acción, el juicio y la expresión si queremos favorecer una educación abierta, integral, activa, liberadora, significativa y multi-intelectiva, en la que no sólo actuemos como mediadores sino también como participantes.



Referencias bibliográficas
Fontal, O. (2009). Los museos de arte: un campo emergente de investigación e innovación para la enseñanza del arte. En Revista electrónica interuniversitaria de formación del profesorado, 12 (4), 75-88.
Fontal, O. (2009). La didáctica en los museos de arte. En Cuadernos de Pedagogía, 394, 63-67.
Maeso, F. (2003). El arte de construir el conocimiento artístico. En Marín Viadel, R. (coord.). Didáctica de la educación artística para Primaria. Madrid: Pearson. Pp. 229-272.
Parsons, M. (2002). Cómo entendemos el arte. Una perspectiva cognitivo-evolutiva de la experiencia estética. Barcelona: Paidós.
Sánchez-Lafuente, R. y Paula, F. de. (2006). Las otras artes. Historia de una discriminación. En Revista de Museología. N. 36, pp. 12-20.
Tejeda, I. (2009). Una nueva museografía para un nuevo siglo: las colecciones permanentes de los museos de arte contemporáneo. En Revista de museología, 45. Pp. 39-49.